Y a veces llega un momento en tu vida enque no sabes que hacer...
Las puerta se cierran, las ventanas se abren incitándote a saltar, a dejarlo todo atrás, a mirar al cielo en busca de ese sol que ya no calienta, de esos pájaros que ya no cantan, en busca de esa luna que ya no te fascina.
A veces llega un momento en tu vida en el que ya no puedes más. Explotas, y salpicas todo lo que tanto esfuerzo te había costado construir con pedacitos rotos de ti misma, con todo lo malo que hay en ti.
A veces llega un momento en la vida en el que ya nada te consuela, ni el abrazo de un amigo, ni las palabras de un padre, ni el dinero, ni el placer, ni los logros, nada.
A veces llegan momento en la vida en el cual no quieres ver a nadie. Ni siquiera a ti. Los espejos acusan, los ojos acusan, los gestos acusan, y te sientes en una mesa de interrogatorio con todas las pruebas en tu contra y un cartel de culpable grapado en el pecho.
Salta, grita, corre, llora, rompe... Da igual lo que hagas, porque esa sensación jamás desaparecerá. No hasta que tú misma te limpies la sangre de los codos y las rodillas, te seques las lágrimas, te mires al espejo y empieces a aceptarte, y más adelante a quererte.
Porque no se puede amar lo que hay fuera de uno mismo sin amarse a uno mismo en primer lugar.
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