Quieres que te cuente por qué escribo.
Piensas que vas a conocerme sin dejar de mirar tu ombligo.
Pretendes entenderme sin mediar palabra.
A veces la puerta no se abre con un abracadabra.
Dejé de odiar el día que aprendí lo que era el odio, que al
final solo desgasta, como el lápiz el folio. Que al final solo hace daño al que
lo usa, y que nunca ha sido un arma, más bien es una excusa.
Aprendí que el odio al amor era más bien rabia, de la gente
que no entiende cómo se puede hablar sin palabras, de la gente que se ha
cansado de buscar medias naranjas y solo busca tangas debajo de las faldas.
Soñé que me moría y desperté sin saber si era cierto, si
quizás había llegado a vivir algún día. Seguí llorando cada día por dentro,
porque es mi imaginación la que no me deja tragar mentiras.
La gente falsa, a patadas, la gente buena a ostias con el
mundo por tratar de hacerlo un lugar más culto. Porque si hay algo que mata
personas es no saber, y la ignorancia del quererse defender sin entender
palabra. Ya nadie habla, ya nadie ama, la gente solo se junta para ocupar el
otro lado de la cama. Para no sentirse solos cuando llegan a casa, y claro, un
perro a veces cansa.
Tantos divorcios, tantos cuernos, tanta venganza, y total
para que, al final lloré más yo que él. Y es que hemos aprendido a vivir sin
normas morales, con cuentos sin finales, sin metas ni puertas, solo bozales.
Acaso crees que me conoces, y qué sabes de mí, que un día
fui feliz y que ya no puedo volver allí. Ya no soy la niña a la que
impresionabas con palabras, ahora soy la mujer que te muerde si le ladras.
Me dicen que soy infantil, nunca me llamaron inmadura. Si no
entiendes la diferencia, necesitas ayuda. La vida se compone de las cosas que
nos hacen felices, de los delices, de los caminos y de nuestras cicatrices.
Que hace tiempo que no escribo es un hecho, y es que ya no
puedo soportar este yunque en el pecho. Y es ya apenas consigo respirar y
defenderme, tanta gente atacando sin saber que es lo que sienten.
Nunca dejé de ser yo misma aunque dejé de ser cualquiera,
gente que me conoce de toda la vida me dice que he cambiado, qué más quisiera.
Le gente no cambia la gente madura, no puedes odiar a una niña por querer
resolver sus dudas.
La ignorancia es lo que hace que me llaméis zorra a las
espaldas, que la gente crea en Dios, que sigamos necesitando armas. La
ignorancia es lo que hace que tengamos miedo, la ignorancia es lo que te impide
separar los pies del suelo.
Deja de gritar que nadie te escucha, tu no aprendiste en la calle, aprendiste en la ducha. No te quejes tanto, la vida da siempre decepciones, no queda Tipex para tantos errores.
Las calles llenas de falsos, ya ni se ven las estrellas, o quizás sí pero ya nadie se fija en ellas. O quizás no, por la cantidad de mierda en el aire. ¿Contaminación? No, creo que se llaman cobardes.
Y además escribes. Y cómo escribes. Vaya joyita. Sin ánimo de incordiar, solo desde el aplauso. Bravo.
ResponderEliminar