Quizá me di cuenta trade. O quizá pronto.
No soy una niña. ¿Qué cómo lo sé? Porque ya no me creo los cuentos. Porque ya no me desvela un te quiero. Porque ya no tengo miedo al futuro. Porque ya sé que el amor no son palabras.
Quizá me di cuenta tarde.
Quizá tardé demasiado en darme cuenta de que las cosas no funcionaban como me las pintaban. Las nubes no son de algodón. Los príncipes no son azules. Las palabras se las lleva el viento. Los cuentos solo ayudan a dormir.
Quizá debería haberme dado cuenta antes… Pero creo que todos los golpes contra el asfalto me han hecho como soy. Creo que cada cabezazo contra la pared me ha hecho ser más fuerte. Creo que cada gota de sudor, lágrimas y sangre que he derramado no ha sido en balde. Y sí, creo que sin todo eso seguiría siendo una niña estúpida con la cual pudieran jugar a su antojo. Pero ya no soy así. Ya no me creo cuando un chico me promete amor eterno. Ya no confío en las amigas que te dicen que van a estar ahí para siempre. Ya aprendí que el amor de una madre no es incondicional por mucho que te lo pinten.
¿Y me pides que confíe en ti ciegamente? No puedo. Ya no estoy ciega. A veces creo que veo demasiado bien. Veo incluso las cosas que podrían pasar. Las cosas que podrían ser. incluso a veces, y este es mi gran castigo, las cosas que nunca llegarán a ser, pero con las que aún sueño.
Y si no he crecido lo suficiente. Y si todavía pueden jugar conmigo como con una peonza. Y si no soy más que otra estúpida que cree ser diferente. Podría ser. Pero no me siento así. Siento que soy distinta, que no soy la sombra de nadie, que ya no necesito una mano que me enseñe el camino.
He vivido mucho tiempo a la sombra de muros, protegida, o eso creía, pero sin poder ver lo que me espera ahí fuera. Y esos muros han acabado por formar parte de mí. Ahora soy yo la que puede ver el paisaje, y a toda la gente que me espera ahí fuera. Ahora soy yo la que decide quien entra, quien salta el muro, y quien se puede dar de bruces contra él porque jamás logrará traspasarlo.
Yo he sufrido a manos de personas en las cuales confiaba mi vida. Yo he sufrido a manos de personas que me han dado la vida. Personas por las cuales lo habría dado todo y me dejaron sin nada. En la calle y sola. Quizás no en la calle, quizás rodeada de gente. Pero creedme. Se puede estar muy sola entre cuatro paredes rodeada de gente. Mucho más sola que en medio del desierto.
Y no quiero que nadie se compadezca. Todos tenemos una historia. Todos hemos sido golpeados de una forma u otra por la vida. Mis errores y mis golpes no son mejores ni peores que los tuyos. Pero son los míos. Y dado que soy de la opinión de solo hablar de aquello que se conoce no voy a hablar de ti que me lees ni de ti que me ignoras ni e ti que me quieres ni de ti que me odias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario