sábado, 26 de octubre de 2013

El sueño de una tarde de Otoño.


¿Qué se te ha pasado por la cabeza nada más levantarte? Quizá ha sido la letra de una canción, una melodía olvidada, el fragmento de un sueño o un nombre. Quizás ha sido algo que tenías que hacer, algo que no hiciste, algo que dijiste o que quieres decir.

Quizá te has levantado pensando en que era ese sonido tan relajante, y te has dado cuenta de que era la lluvia en el cristal, la respiración de la persona que tienes al lado o la ausencia de la misma. Quizá te has levantado notando frío en la espalda sin darte cuenta de que otra vez has tirado la manta al suelo en un sueño. Quizá has notado calor, quizá dolor por una mala postura o la vibración de un teléfono dándote los buenos días.

Quizá has sacado un pie de la cama o quizá te has vuelto a queda dormida. Igual ni siquiera recuerdas haber abierto los ojos. Tal vez te has levantado sin recordar el sueño, pero con la sensación de que ha sido una pesadilla, o un buen sueño. Quien sabe, quizás incluso has pensado en unos ojos al abrir los tuyos, en una boca al bostezar, en unas manos al estirar los dedos.

Tal vez hayas dormido poco, tal vez hayas dormido mucho. Igual has dormido demasiado y por eso estás tan cansado.

De todas formas seguramente ni siquiera recuerdas como te has despertado, al igual que nunca recordamos el momento exacto en el que nos dormimos.

¿Quién no ha pasado noches en vela tratando de recordar el último segundo antes de caer inconsciente? Y eso que es una pérdida de tiempo, pero todos hemos sido niños, todos hemos pensado que podíamos comprender y manipular nuestros sueños.

¿Quién no ha soñado alguna vez que volaba, que estaba en una cita con la chica o el chico de sus sueños, que podía nadar como un pez, que era un mago, que había una guerra, un apocalipsis, un cuento de amor?

Los sueños, sueños son, pero sin ellos y sin ese rato que pasamos dormidos, la vida sería demasiado. Algunos dicen que no hay que dormir, que ya habrá tiempo cuando estemos muertos, pero yo creo que hay que soñar, que no nos sobra el tiempo para cumplir nuestros sueños. Hay que aprovechar cada minuto, cada oportunidad que se nos da de hacer las cosas bien, en ocasiones, y hacer las cosas mal, equivocarse, ser feliz y luego llorar.

Porque si lloras después de haber sido feliz, al menos tendrás algún bonito recuerdo que haga que quieras mantener la cabeza alta y una sonrisa pintada en la cara. Pero si llorar y luego eres feliz sabrás que mereció la pena.

Un amor para toda la vida y cadenas, o la libertad de la soledad.

Un frío amanecer o una noche cálida.

La vida consiste en tomar decisiones, escoger salidas y caminos, derrapar y mirar atrás o jamás arrepentirse de los pasos dados. La vida consiste en escuchar y hablar, en reír y en llorar, en ser feliz y en sufrir, en amar y en odiar.

No hay luz sin oscuridad, ni oscuridad sin un ápice de luz. Cada uno tenemos nuestro propio tono de gris, nadie es completamente blanco ni completamente negro. Somos la mezcla de nuestros actos, nuestros sentimientos, nuestras palabras y nuestros pensamientos.

Somos sueños que seguramente nadie recuerde al despertar.

Pero sí, merece la pena soñar.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Como el gato y el perro...


A veces fallo, sabes, no soy perfecta, querías que escribiera sobre ti y aquí están las letras, tantos detalles tantas historias y tantos recuerdos que no quiero que acaben en la basura como muchos de ellos. Y me preguntas que si quiero irme contigo, por supuesto, a quien no le gusta perder la cabeza en un momento, a quien no le gusta que le digan cosas bonitas, lo siento por las cicatrices, por si pican. Yo nunca quise hacerte daño, nunca fui perfecta, tal vez sea una borde o una cría, pero estoy cuerda y se lo que hay se por lo que me levanto cada día y lo que tengo que defender con dientes y uñas todavía. Nunca he cambiado, tal vez me volví escéptica, quien sabe. Cerré mi corazón, pero tu encontraste la llave y no quiero que me odies por esto, por tratar de ser yo misma y no hacer caso al resto. Sabes que he confiado en ti más que en ninguno, y mira que lo detesto, yo con mi mierda, ya lo sabes, nadie es perfecto, pero déjame al menos darte una explicación, pedirte perdón, este corazón roto no quiere un adiós. Y quizás no lo entiendas, ya me quité la venda. Demasiado madura para mi edad, y no sabes lo que pesa. Quizás no me busque la comida, pero he vivido sin amigos y me ha dado la espalda hasta mi familia. Quizás fue un error, elegí mal las palabras, no soy yo, eres tu, me descolocas cuando ladras, cuando me prometes libertad y una nueva vida… al final haces que odie la mia. Y se que esto no sirve de nada, a veces quiero que te rindas, porque creo que necesitas a alguien, y no soy yo misma. Yo ya estoy amaestrada, domesticada y dócil, lo siento, nunca te lo he puesto fácil. Perdóname por no responderte, no sabes el daño que hace no poder decirte que quiero verte, no poder hablarte a la cara por miedo a perder el control, por miedo a equivocarme y tener que decir adiós. Se que me odias y es normal, yo también lo haría, solo soy una niñata que dice tonterías. Pero quizás no entiendas lo que en mi provocas, es un caos cuando se juntan un loco y una loca. Joder, seguro que te ries leyendo esto, pero es que no merezco la pena, si es que no merezco ni un gesto. Quizá sea lo mejor, que sigas por tu lado. Lo siento por no aceptar tu regalo. Si es que no tengo palabras, como siempre. Si es que es hablar contigo y tengo que susurrar entre dientes. Pero es que apenas te conozco y no se ni como hablarte… solo intenté ser yo misma, lo siento por molestarte.
 
 
En el fondo sabes que siempre has sido mi punto débil.

Dibujando sueños en tu espalda.

 
Quieres que te cuente por qué escribo.
Piensas que vas a conocerme sin dejar de mirar tu ombligo.
Pretendes entenderme sin mediar palabra.
A veces la puerta no se abre con un abracadabra.
Dejé de odiar el día que aprendí lo que era el odio, que al final solo desgasta, como el lápiz el folio. Que al final solo hace daño al que lo usa, y que nunca ha sido un arma, más bien es una excusa.
Aprendí que el odio al amor era más bien rabia, de la gente que no entiende cómo se puede hablar sin palabras, de la gente que se ha cansado de buscar medias naranjas y solo busca tangas debajo de las faldas.
Soñé que me moría y desperté sin saber si era cierto, si quizás había llegado a vivir algún día. Seguí llorando cada día por dentro, porque es mi imaginación la que no me deja tragar mentiras.
La gente falsa, a patadas, la gente buena a ostias con el mundo por tratar de hacerlo un lugar más culto. Porque si hay algo que mata personas es no saber, y la ignorancia del quererse defender sin entender palabra. Ya nadie habla, ya nadie ama, la gente solo se junta para ocupar el otro lado de la cama. Para no sentirse solos cuando llegan a casa, y claro, un perro a veces cansa.
Tantos divorcios, tantos cuernos, tanta venganza, y total para que, al final lloré más yo que él. Y es que hemos aprendido a vivir sin normas morales, con cuentos sin finales, sin metas ni puertas, solo bozales.
Acaso crees que me conoces, y qué sabes de mí, que un día fui feliz y que ya no puedo volver allí. Ya no soy la niña a la que impresionabas con palabras, ahora soy la mujer que te muerde si le ladras.
Me dicen que soy infantil, nunca me llamaron inmadura. Si no entiendes la diferencia, necesitas ayuda. La vida se compone de las cosas que nos hacen felices, de los delices, de los caminos y de nuestras cicatrices.
Que hace tiempo que no escribo es un hecho, y es que ya no puedo soportar este yunque en el pecho. Y es ya apenas consigo respirar y defenderme, tanta gente atacando sin saber que es lo que sienten.
Nunca dejé de ser yo misma aunque dejé de ser cualquiera, gente que me conoce de toda la vida me dice que he cambiado, qué más quisiera. Le gente no cambia la gente madura, no puedes odiar a una niña por querer resolver sus dudas.
La ignorancia es lo que hace que me llaméis zorra a las espaldas, que la gente crea en Dios, que sigamos necesitando armas. La ignorancia es lo que hace que tengamos miedo, la ignorancia es lo que te impide separar los pies del suelo.
Deja de gritar que nadie te escucha, tu no aprendiste en la calle, aprendiste en la ducha. No te quejes tanto, la vida da siempre decepciones, no queda Tipex para tantos errores.
Las calles llenas de falsos, ya ni se ven las estrellas, o quizás sí pero ya nadie se fija en ellas. O quizás no, por la cantidad de mierda en el aire. ¿Contaminación? No, creo que se llaman cobardes.
                                                           
 

viernes, 1 de marzo de 2013

La filosofía se muere.


La filosofía está en peligro de extinción.
La moral se muere.
Los corazones se pudren.
Los cerebros duermen.
 Y los principios están con la etiqueta, sin estrenar.
La filosofía está en peligro de extinción. Hemos creado leyes para suplantar la falta de moral que nos caracteriza. Tenemos miedo y vivimos acurrucados tras la espalda de figuras que creemos invencibles. Abogamos por una sociedad justa y digna las mismas personas sin valores que miran hacia otro lado cuando ven la injusticia en las calles y en los corazones. Somos humanos sin humanidad. Hemos creado una raza autodestructiva que acabará por aniquilarse así misma entre susurros agónicos. Tememos alzar la voz, a pesar de saber que nadie va a escucharnos por muy alto que gritemos. Vivimos con miedo, con miedo a vivir. La ética y la filosofía son viejos libros guardados en estanterías que ya están olvidadas. La gente no piensa, porque pensar implicaría darse cuenta de que todo va mal. Nos pasamos el día mirando la tele, porque preferimos ver los problemas d otros y centrarnos en cosas ajenas a nuestro propio dolor, creyendo que así desaparecerá. Ignorantes. Ojos que no ven, corazón que no siente. Corazón que no siente, sociedad sin ética. Hemos dado de lado todo aquello por lo que el hombre luchó cientos de años, entre ello, la libertad. Nos creemos libres. Libres de elegir el color de la venda que nos tapa los ojos. Libres de escoger el grosor de la soga con la cual nuestra economía nos asfixia cada día más. Es triste pensar que lo que mueve el mundo ya no es el amor, sino el dinero, si es que el amor ha llegado a mover algo en algún momento de la historia. El dinero. Habráse visto cosa más banal, superficial y abstracta que el dinero. A veces creo que el dinero es sólo la excusa que el ser humano ha puesto para matarse unos a otros. Otras veces me doy cuenta de que es simplemente el arma que usamos para hacerlo. Vivimos sin ser nadie, y morimos siendo pasto para los gusanos. Nuestra mera existencia parece un mal chiste. Creemos que pensamos, pensamos que vivimos. Pero ni siquiera en la muerte encontramos la solución. Huimos de nuestros problemas. Hasta la Luna se va alejando cada vez más de la Tierra, y no me extraña, porque damos asco. Sociedad automática, sin moral ni principios. Todos buscando finales felices y nos olvidamos de buscar los principios que en realidad mueven el mundo. Hemos creado leyes, montones de libros de leyes, para suplantar nuestra falta de moral y principios. Si dicha moral funcionase no habría necesidad de establecer normas. Si consiguiéramos tener un poco más de corazón y un poco menos de estómago, nuestra propia ética nos llevaría a actuar justa y correctamente. Pero no. Ni de lejos es el caso. Así que nos refugiamos tras normas que acatamos sin rechistar. Normas creadas por gente sin conciencia. Ningún ser imperfecto puede crear perfección, y las leyes son un claro ejemplo. Acatamos normas, nos vestimos por modas y callamos lo que no quieren que se diga. Hemos creado nuestra propia dictadura global. El mundo es movido por un elemento etéreo, como es el dinero. Nuestros corazones se mueven al compás del miedo que nos provoca actuar. Y nuestra mente vive dormida, ajena a lo que ocurre, centrándose en llevarse algo a la boca, algo que jamás nos llena. Hemos creado drogas, porque quizás necesitamos ser adictos a algo, o por el miedo a ser autosuficientes. Jamás salimos del vientre de nuestras madres, tenemos un cordón umbilical que nos tiene atados a la sociedad que ya ni nos alimenta, ni nos da calor, ni nos ofrece un hogar, ni siquiera nos resulta familiar. Tomamos la política como una especia ajena a nosotros mismos, sin darnos cuenta de que nosotros elegimos a esas mismas personas que se lo están llevando todo, que se están llevando lo que es nuestro. Vivimos dormidos, creemos que despertamos cada mañana, pero nuestro corazón hiberna y nuestra mente jamás ha despertado de su largo sueño. Un sueño que no sabemos en qué momento se implantó en nuestro cerebro, y que juraría que viene de fábrica de no ser porque aún creo que se puede pensar. Aún creo en mi misma, aunque haya perdido la fe en Dios, en la sociedad y en la política. Aún creo que una persona puede cambiar el mundo.  Somos seres egoístas. Solo pensamos en nuestro propio beneficio, y en nada ni nadie más. Podréis alegar que os preocupáis de vuestra familia y amigos, pero al fin y al cabo el amor que sentís hacia ellos no es más que el deseo de que si en algún momento os encontráis en apuros ellos vengan a rescataros. Tenemos el síndrome de Peter Pan, de princesa de cuento y de Alicia. Me explico: no queremos crecer, porque crecer implica responsabilidades, y las responsabilidades implican tomar decisiones, y somos demasiado cobardes como para asumir las consecuencias de nuestros propios actos, por lo que elegimos, cobardemente, no actuar. Sufrimos el síndrome de princesita de cuento, necesitamos que nos rescaten, dependemos de cualquiera que nos eche una mano y que nos haga este sueño un poco más ligero. También somos superficiales y arrogantes. Jamás asumiremos nuestra propia debilidad, escondiéndonos tras máscaras perfectamente maquilladas. Tras pieles impolutas y trajes caros, perfumes que tapen el olor a mierda que desprenden nuestras conciencias podridas.  Y por supuesto, el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas. Soñamos con una sociedad perfecta, soñamos con soluciones que se nos olvidarían al despertar, si es que despertáramos alguna vez. Esperamos que sean los otros los que nos den las respuestas a las preguntas que formulamos sin cesar, sin darnos cuenta de que las respuestas a tus preguntas solo te incumben a ti, y que cualquier otra persona es diferente a ti mismo, y por tanto, sus preguntas pueden parecerse, pero jamás serán iguales a las tuyas.

Podré parecerte pesimista, pero seguramente soy más optimista que cualquier persona que hayas conocido. Porque aún creo que la sociedad que fue creada por el hombre puede ser modificada por el mismo, y que los errores que hay en ella, que no son pocos, no son sino reflejos de nuestros propios sentimientos. Creo que el cambio es posible y que depende sólo de los individuos. No hay fórmulas secretas que solucionen este nudo, pero creo que ya ha llegado la hora de dejar de apretar si queremos deshacerlo. Creo que ha llegado el momento del cambio, que a esta sociedad le ha llegado su otoño, y ya va siendo hora de que cambiemos las hojas podridas que tenemos por normas, leyes y principios y que florezca la moral que llevamos dentro. Ha llegado la hora de hacer honor a la palabra “humanidad”.
Ha llegado la hora de que la Filosofía renazca. 

martes, 19 de febrero de 2013

Vivo. Muero.


Vivo. Vivo de mis sueños y de las respuestas que creo que voy  a encontrar en ellos. Vivo dormida, aletargada, porque en el mundo hay demasiada belleza para alguien tan humana. Vivo. A veces el día y a veces de noche. Vivo por el miedo a morir, no moriré con miedo a la vida, eso seguro. Vivo, por cada lágrima que derramé y cada sonrisa que esbozo. Por levantarme del suelo tras caer en el pozo. Vivo, porque mis sueños algún día se hagan realidad, por quitarme la venda y llegar a conocer la verdad. Vivo cada día, aunque haya días que sienta que muero. Vivo aunque sepa que eso me llevará al agujero. Vivo por lo bueno, lucho por cambiar lo malo. Vivo cada día como si fuera un regalo. Qué más quisiera. Vivo encadenada a una rutina que me asfixia, rodeada de miradas que me acusan, rodeada de envidia y avaricia. Vivo porque le debo algo más a la persona que dio su vida por mí. Vivo porque aunque no lo demuestre, en el fondo sé que le debo la vida. Porque ella lo dio todo por mí algún día, aunque haya tirado la toalla. Vivo porque todavía hay gente que dice mucho cuando calla. Vivo por los que me señalaron con un dedo y se rieron de mí. Vivo porque mi único objetivo es ser feliz. Todo por una sonrisa, todo por un sueño que quizás nunca llegue a realizar del todo. Por soñar despierta y vivir un sueño cada día más incómodo.  Porque llegue un día en que mi vida deje de ser un monólogo. Vivo porque hay gente a la que un día le importé. Gente que decidió que merecía la pena apostar por mí, aunque ya no estén. Vivo porque hay gente que vive muriendo, y que mueren sin haber vivido. Por esas personas que han caído en el olvido. Porque la muerte es fácil, y la vida es un reto. Porque quiero ser feliz, feliz algún día, feliz por completo. Vivo tratando de no pisar a nadie. Escuchando el silencio que dejé cuando callé. Y si me caigo mientras vivo, lucharé por levantarme. Y si no es contigo, que sea sola, pero no será en balde. Pero a veces, solo a veces, quizá más que sólo a veces, muero.

Muero. Y muero cada día al ver la soledad que reina entre personas que se peinan para aparentar que son perfectas. Muero por el odio que respiro, por la contaminación que hemos creado, y el egocentrismo en el que hemos crecido. Muero al mirar atrás y ver la gente que perdí, esas personas que fueron algo y simplemente, no volví a ver junto a mí. Por todas las personas que me dedicaron una sonrisa y se rieron con mi risa y sufrieron cuando yo estaba en la cornisa. Muero por la prisa que mueve este mundo, por los relojes que hacen más ruido que todos nuestros latidos juntos. Por todos aquellos que siempre llegan tarde, pero muero aún más por todos los que correrán en balde. Muero cada segundo cada día y cada instante por la gente que se sube a los hombros de otro y se creen importantes, que se pisan para llegar alto, y acaban tirándose por la cornisa, muero por la caída en el asfalto. Muero por aquellos que tiraron la toalla y por todo aquel que no reunió agallas para elevar la cabeza. Muero por todos aquellos que viven con la certeza de que lo único importante es lo que tienes y no lo que dejas. Muero, porque vivo esperando la muerte y el día que vuelva a verte esperaré otra vez perderte, esa es mi condena. Vivo con miedo, muero cobarde y sola. Muero cada vez que me dices hola, y ni me miras. Nada importa. Eso decían. Pero todo importa en este mundo, nadie sabe qué rumbo tomar porque vivimos aislados, haciendo bulto. Muero por no ser quien quiero ser, por vivir en un eterno ajedrez, sintiéndome un peón de su juego.  Muero por ser joven y querer ser vieja, muero por ser vieja y querer ser niña, pero no me dejan.

Viviré hasta que muera y después espero seguir viva dentro de toda la gente que un día conocía. Moriré con la cabeza alta y sin lamentar ni un paso dado, sabiendo que mi vida no la manejaron vuestros sucios dados. No quiero ser perfecta en este mundo de cuerdos, quiero ser una loca con las ideas claras y unos bonitos recuerdos. Y si muero mañana espero que al menos mi ejemplo haya ayudado, y que te levantes de ese sillón tan cómodo, vago. Quiero que mires a las estrellas y no al suelo. Que andes buscando sueños, y no consuelo. Que mires hacia arriba buscando estrellas fugaces, que mires al cielo, y nunca agaches la cabeza al suelo buscando dinero. Lo importante no se ve, solo se siente. Así que cierra los ojos y nunca te dejes arrastrar por la corriente. Porque aunque todo parezca estar perdido y tu estés tirado en tu habitación llorando, seguro que hay alguien que te está esperando. Ama como si no hubiera un mañana. Vive como si la vida se fuera a ir con el final de la semana. No cometas errores tontos, no seas impulsivo. Piensa con la cabeza, y no con el ombligo. Llora si lo necesitas, ríe siempre que puedas. lucha por tener voz propia, y no apuestes tu vida a una moneda. Si nos quitan la voz, no nos queda nada. Aunque en el mundo que vivimos importa más la imagen que las palabras. Y es triste que tengamos que vivir siempre con miedo, fingiedo ser perfectos cuando nunca lo seremos. Cuanto más maquillaje más complejos, al final todos somos payason sin maquillaje, aunque nos negemos a verlo. Marionetas manejadas por modas, por tendencias, por olas, por masas de gente, por masas de gente boba. Parecemos ovejas, al redil sin rechistar. Pues yo no pienso pasar la vida viéndola pasar. La inocencia es un regalo, la ignorancia es un crímen, no contra otros, sino contra ti, es asesinar lo que nos hizo libres. Por favor, piensa, nunca cierres puertas, si quieres dale la espalda a lo que te hace daño, pero no te mientas: jamás serás perfecta, jamás serás feliz del todo, pero si quieres seguir ciega, no me preguntes por qué lloro.

Vivo porque no sé qué me espera ahí fuera, porque soy solo una niña a la que le gustan las risas y está cansada de penas. Vivo por salir de esta quimera, por dejar de rezar por alguien que no existe, y empezar a creer en mi propia calavera. Por creer en uno mismo cuando el mundo se vaya a la mierda y dejar de confiar en cruces de madera. Porque si perdemos la confianza en nosotros mismos depositándola en otros, acabaremos siendo presos de esas viejas fotos. Porque vivir con miedo es morir despacio. Cree en ti mismo y deja de pensar en vicios, lujos y palacios. Deja algo de espacio al corazón, los sentimientos no se compran con dinero, tampoco la razón. Muero por vivir con miedo a decir lo que pienso. Muero cada vez que me miras mal por lo que llevo puesto. Muero porque no puedes vivir sin dinero, sin criticar lo que yo espero, sin querer lo que yo quiero, ni retenerlo. Viví creyendo en que mañana amaneciera, en que la vida vale la pena y yo no soy una sirena, si continúo en este mar de lágrimas, acabaré ahogada en mi pecera. Eso no es lo que quiero, quién sabe si es lo que me espera.

martes, 12 de febrero de 2013

Tuyo.


(Borrador)
Nunca fuimos tú y yo, siempre fue tuyo: el amor que sentí y el folio por el que fluyo, el rencor que un día fui y el odio del cual huyo, nunca dejes nada al azar, que es un capullo. Harta de mirar por la ventana a ver las horas pasar, sintiendo que llego tarde aunque no haya plan, sintiendo que me esperan aunque eso haga que me desespere, caminando por este camino hasta que alguien me releve. Los problemas irrelevantes e convirtieron en guerras, guerras del odio, guerras del folio, guerras por dejar mella, querrás ser la estrella y tener el monopolio de las rimas que hoy yo canto como una sirena. Me envenena pensar que un día te irás, que me quedaré sola mirando atrás, esperando que vuelvas y me lleves contigo, esperando a alguien que se desesperó conmigo. Soy complicada, lo sé, nunca fue fácil, para seguirme el ritmo hay que estar ágil. No aprietes mi corazón, porque es frágil y gotea, como si viviera en un eterno Abril que nunca escasea. Mis ojos, un mar, tu reflejo un náufrago, que nada a la deriva presa del pánico. Atado a cualquier mástil por miedo a las sirenas, esclavo de aquella por la que un día habría dado su vida entera. No tengas miedo de la belleza que escondo, ten miedo del mal que guardo en el fondo. De los ojos de loca que un día admiraste, de la boca que profanaste con promesas de desgaste. Mis malas artes y tus malos modales, eterno cómplices, nuevo rivales, en un eterno “Todo vale”. Tus caricias y mis arañazos, a veces cuando necesitas amor te responden a cañonazos, latigazos a base de palabras que duelen, lápidas que sepultan y fiebres que se suben por las paredes. No estoy loca, estoy relativamente cuerda, y como todo es relativo, suma y sigue, igual concuerda.
Escribiendo con calor en los dedos y frío en el corazón, como aquel que sabe que se fue y se niega a decir adiós, como todos los ilusos e inocentes que se dan de bruces con un cristal transparente por falta de luces. Vivimos con prisa, y morimos igual. Acabarás llegando tarde hasta a tu funeral, aunque ya nadie espere verte llegar. Deja pasar el tiempo decían, las heridas curarán solas, aunque aún escocían. No pretendas que el olvido te de ventaja, no soy yo quien reparte esta baraja. 

domingo, 3 de febrero de 2013

Psiquiatra de cuerdos, aprendiz de locos.

(Frases borrador)
Respiro aire, entra en mis pulmones, siento sensaciones nuevas, cosas que jamás creí. Oigo voces, puede que en mi cabeza o en el exterior hoy siento como cada palabra me da coces.

No me roces, hoy no quiero ver a nadie, no quiero sentir caricias, no quiero ser amable. Basta, aléjate de mi mientras puedas. Cierro los ojos y que sea lo que yo quiera...

Buscando en vano, descansando en plano, subiendo a lo alto y cayendo desde arriba porque no me diste la mano. Sonando grave por la voz ronca que me deja el dejarme la garganta en cada queja que exhalo.

No quiero ser un ser humano, quiero ser yo. Una persona diferente, un corazón con voz. Una mañana de primavera, una canción, que deja que tu mente duerma, y despierta tu reloj.


Dejar de lado al que un día te dio la mano. Es fácil mirar por encima del hombro, lo difícil es prestarlo. Las sonrisas son bonitas por si solas, pero para ser feliz, hermano, has de buscar la belleza en la lágrima del que tienes al lado.

Psiquiatra de cuerdos, aprendiz de locos, esa soy yo. No me fascinan los esquemas ni vuestro estúpido roll. Los personajes plano son todos iguales. No me impresionan los buenos, los malos son más originales.

No me va el rollo cordura si me atan el corazón, si me dicen que me quieren diciéndome adiós. Intentaste que cayera en tu trampa, pero mi pequeño tramposo: nunca intentes mentir a un mentiroso.

Quitándome la venda de los ojos, la misma que utilizaste ayer para atarme las manos. Quiero salir corriendo, pero estoy cojo. Mis piernas ya no responden porque están llenas de gusanos.

Muerta no me queda nada, viva no se apreciarlo, en la tumba o en la cama, el tiempo no hay que malgastarlo. Negociando con mafiosos y corruptos en un mundo en el que no es más rico el que más tiene, sino el que hace más bulto.

La cultura a la mierda, los valores a la basura. Tu llora, reina, tu estupidez no tiene cura. Los sueños se volvieron pesadillas, las mariposas de mi estómago chillan, por estar estancadas en nuestra Sicilia.

Necesito salir de este agujero. Recuerdo estar en la playa cavando hondo, tan hondo que no veía el cielo, yo caí primero. Pero tú me copiaste, como siempre. Y ahora estamos atascados en este eterno Diciembre.

Necesito inspiración, una palabra, una canción, un solo verso, una rima, una prosa, una idea, para que el mundo salga ahí fuera y dejemos de guardar nuestros complejos y sueños en cajas de madera.

No creo en erradicar la maldad del mundo. Creo que sin mal no habría bien, pero igual me confundo. No creo en la fama ni el poder del dinero. No es más rico el que más tiene, sino el que sonríe sin factura, creo. 

Dejad de criticarme, no vale de nada. Os juro que para San Valentín tendré coartada.  No me quejo por vicio, peor odio por placer, ¿por el placer que me da verte caer del precipicio? Puede ser.

Empezaré desde el principio cuando llegue al final. Pero a mitad del camino no hay tiempo para rebobinar. No pienso pararme a pensar ni estoy en mi sitio, si cometí errores o si el disparo fue limpio, qué más da.

Dame coces, y tendré herraduras. Insultame, que me la suda. Ya aprendí a lidiar con la cordura. Háblame del hambre en el mundo desde tu Iphone cinco. Quedas más coherente como payaso de circo. Insisto.

Yo no cambio de tema, las circunstancias lo requieren. No pienso en protocolos cuando llueve, ¿tú sí? La belleza no conoce de normas, ni de leyes ni de gomas de borrar, entiende de magia y nada más, mejor así.

Llamadme loca, será un alago. No soy princesa de cuento, soy más tirando al malo. O la que se tira al malo, nunca me ha importado que pasara. Pero lo repito, para ese día tendré coartada.

Odiar es mi estilo de vida, que te joda, el tuyo.  No volveré a dejarme la voz por ningún capullo. Mientras tú te ahogas en ese vaso, yo fluyo. Como el que sabe que lo suyo es no rendirse y seguir. Yo no huyo.

Darme la espalda ya parece un acto involuntario. Que los te quiero lleguen con retraso, será culpa de horario. Tu retraso ya es para dar de comer a parte. Tú tan abecedario y yo tan aprende a amarte.

Amor propio y odio ajeno, misantropía como veneno. Mis antropías como temario y tus esquemas al fuego. No me identifican las palabras que escupo, ni las miradas que esculpo cuando no te mereces ni perder el juego.

Estoy fuera de los esquemas de la vida, de las hienas ya no soy ni comida, perdón por no estar muerta todavía, por no servir de cena a los que tienen la tripa llena y la mente vacía, aunque a rebosar de tanta tontería.

martes, 29 de enero de 2013

Notas musicales, suspensos vocales.

(Borrador)

Que le den por culo al mundo. A él no le importa si me hundo. Si he perdido el rumbo o el norte, si he caído alto o profundo. Este mundo de cobardes con bozales, no somos animales, no necesitamos cárceles, necesitamos modales. Un poco más de empatía, una pizca menos de odio. Más locura en las calles, menos cordura en el folio.  Sí, tengo el monopolio de los sabores amargos, de los tragos largos al ego, que escuece menos si lo bebo. No pretendo esclavizarte con cadenas ni dejar que te pudras en tus cárceles mentales mientras yo aparento estar serena. A quien quiero engañar. Aquí yo nunca fui la buena. Quizá hice locuras por amor, pero me haré la loca si me lo recuerdas.

Notas musicales, suspensos vocales. Decepciones en el folio o en la piel, esa es la clave. Mis puestas de luna y mis soles crecientes, no tienen nada que hacer cuando la locura está ausente.

Quizás mienten, o quizás callan. Solo sé que después de todo no tiro la toalla. Os pasasteis de la raya y solo lo pagué yo. Menos mal que la amistad era cosa de dos, y no un monólogo. Tu tan prólogo y yo tan desenlace. El destino no tiene gracia, lo que cuenta es el viaje. Quieres llegar lejos con tanto equipaje. LA vida no es barata, cada uno paga su peaje. Ponte traje y disimula las ojeras. Las apariencias cuentan, pero los días se restan. Quieres pasar el resto de tu vida echando cuentas y no te das cuenta de que al fin y al cabo, la muerte ya ajustará cuentas, y se acabó. Tengo que continuar, no puedo dejarlo, esta droga que es la música me ha atrapado en su encanto. No digo que sea buena, ni que merezca una medalla. Pero escribo porque si no el corazón me estalla. No me extraña que la gente diga: “Parecía un chico normal”. ¿Acaso os creéis que los malos tienen pintado en la frente “criminal”? Ya estoy harta de vuestros prejuicios y vuestra falta de juicio. De vuestras burlas, de vuestros miedos, de vuestros odios y vicios.

Notas musicales, suspensos vocales. Decepciones en el folio o en la piel, esa es la clave. Mis puestas de luna y mis soles crecientes, no tienen nada que hacer cuando la locura está ausente.

Que de tanto caminar bajo la lluvia se borraron los esquemas de mis noches en vela a la luz de las velas esperando a que pase la noche y vuelva el día porque por la noche nuestros peores temores nos espían. No quiero ser la niña que nunca se equivoca ni la que rompe a llorar por no romperte la boca, por no comerte la boca por no dejar mis alas rotas y parar de intentar volar cuando la altura es poca. No me derrotan las palabras, me vences los hechos. Esas miradas que se clavan en el techo. Esos ojos que ya no me dicen nada. Esas pisadas que antes oía y ahora no se escucha nada. Estoy cansada, de vivir y de estar muriendo. Acabaría con este sufrimiento, pero eso sería cobarde, y antes muerto. Si me equivoco que no digan que no lo intenté, que no me rompí la espalda por besarte otra vez. Por rozar esa piel que antes tan bien conocía, por no buscar esas sonrisas que me daban la vida. Si algún día te vas no me dejes una nota. Prefiero quedarme sola y loca a quedarme cuerda y rota.