martes, 20 de noviembre de 2012

Tengo que irme.


Sigo  firme, como cada vez que me negué a rendirme. Como cuando no lloré al decirte: 
“Tengo que irme”. 
Y sigo en pie, nunca quise caer. Jamás aprenderé a ganar porque nunca supe perder.

Quisiste comprarme con palabras vacías, gestos secos.
El eco de lo que algún día pudo ser poesía.
Te equivocaste de estrategia, ya no soy esa cría
que no se decidía entre la bolsa y la vida.
¿Qué quieres oír? ¿Qué duele? Por supuesto que duele.
Una herida nunca deja de sangrar hasta que el individuo muere.
No soy pesimista, soy realista con razones.
Ya que me enamoré de la otra cara del As de corazones.
Siempre es un placer servirte de cubo de basura.
Cuanta más mierda echas, más me doy cuenta de que lo tuyo no tiene cura.
Jugamos con fuego y acabamos quemados.
Fue tu mechero, así que me considero tu legado.
Soy lo que fui más lo que quiero ser.
Eres parte de mí, pero no me defines tanto como crees.
Formas parte de mi pasado y mi memoria,
pero encontré la forma de huir, mi escapatoria.
Siempre es un placer oír tu versión de la historia.
La gente siempre te demuestra que puede ser escoria.
Ni morir por mí ni vivir conmigo. Algo falla.
Sé que algo no va bien, pero no tiro la toalla.
Me demostraste que un gusano podía convertirse en mariposa.
Pero que no cualquier capullo merece ser tratado como una rosa.
Te diré los motivos que tuve cuando te lo merezcas.
Sé que apuntaste al corazón, y créeme, pasó cerca.
Nunca quise hacerte daño, siempre quise tenerte a mi lado,
pero llegó el día en que todo se fue a la mierda.
Buscas culpables y yo harta de buscar excusas
te dije la verdad y me trataste como a un extraño.
Ya no seré tu pareja en el baile, nunca fui una ilusa
solo quise ser feliz, nunca hacerte daño.
No arriesgamos, nos rendimos, no hacemos nada. Sociedad vegetal.
Nos quejamos de jaulas de cristal, pero así vivimos.
Siendo testigos de un crimen contra nuestra propia libertad
que no es más que la ilusión de lo que nunca fuimos.
Buscamos salidas en esta pecera, hay muchos peces en el mar,
pero a la mitad los servirán como cena.
Aprendí a nadar a base de ahogarme una y otra vez.
Nadie me secó jamás las lágrimas que por ti lloré.
Los días de lluvia, los amaneceres de niebla,
la luna y su media sonrisa de burla, el sol que nunca calienta cuando tiemblas.
Ojalá el frío que siento no fuera por dentro.
No puedo calentar un corazón hecho astillas de tanto tocar madera. 
Tú y tu manía de romperme los esquemas y desarmarme con dos palabras que ni siquiera sé si son sinceras.
Tú y tus poemas escritos a la luz de una vela que alumbra cuando callas, ya que cuando hablas tu aliento hace que se mueva.
Yo y mis metáforas, tú y tus ideales,
yo y mis principios, tú y tus finales.
Tú tan buenos días y yo tan buenas noches.
Tú el egoísmo y yo el derroche.
O sudas de mí, o por mí o conmigo.
Tengo más en común con mis enemigos que con mis propios amigos.
Quizá tengas razón y esto solo sea un sueño,
pero mientras me despierto viviré como si fuera a acabar muerto.

Sigo  firme, como cada vez que me negué a rendirme. Como cuando no lloré al decirte: 
“Tengo que irme”. 
Y sigo en pie, nunca quise caer. Jamás aprenderé a ganar porque nunca supe perder.

Se acabaron las estrofas y los versos en flor.
Voy a clavar en el pecho de cada capullo una clave de sol.
Me criticaste por seguir a mi corazón antes que a mi cabeza.
Por preferir un futuro mejor a una vida limando asperezas.  
Tú reza a tu Dios, pero pregúntate mientras lloras
por qué sigues solo y ¿dónde está tu Dios ahora?
Sigue con la rutina de mojarte la retina
con verdades que son mentiras y amigas que son unas cretinas.
Sigue en tus trece, que así el orgullo se crece
y nada  importa con quien tropieces, la vida es “Pisa siempre, y dos veces si se lo merece”.
Un invierno frío con sus labios cortados,
un otoño amargo, quemaduras en verano.
Demasiados capullos haciéndose pasar por flores.
Cada año espero que esta estampa mejore.
Sé que quizás di demasiado para no recibir nada a cambio
Sois la razón de que soñar me de cansancio
Siempre fui amante de las causas perdidas
A las heridas en vez de echar alcohol, les eché saliva, y así van.
Cada día con peor aspecto, y no cicatrizan,
quizá por el miedo a olvidar lo que significan
Tal vez algún día mire atrás y sonría,
Por ahora si giro la cabeza, sé que estoy perdida.
Recordar épocas felices: la infancia y sus deslices.
Soy demasiado mala actriz para todo lo que he tenido que actuar.
No te esclavices de las sonrisas y sus matices.
Nunca sale nada bueno de unos ojos que no saben llorar.
Mirada al frente, vista alta, hombros erguidos, adiós a la cabeza gacha.
Y a campar por la vida a mis anchas.
No seré la niña buena que idolatraba a falsos dioses,
sino la que te susurra la verdad  a voces.
Si esperabas un minuto de silencio, puedes esperar sentada.
Nunca salió nada bueno de una mujer callada.
Te abriste paso hasta mi corazón como un cuchillo,
llegaste más adentro que nadie, por eso chillo.
Me calaste hasta los huesos, me amordazaste entre tus besos,
me robaste mis versos, mi musa y mis recuerdos. 
Se podría decir que sufro el síndrome de Estocolmo.
Tú atándome a tu cama y yo gritando socorro.
Me decías que me querías y hoy ya no te reconozco ni a un palmo.
Y encima fue mi culpa, ¿no? Esto es el colmo.

Sigo  firme, como cada vez que me negué a rendirme. Como cuando no lloré al decirte: 
“Tengo que irme”. 
Y sigo en pie, nunca quise caer. Jamás aprenderé a ganar porque nunca supe perder.

Me voy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario