martes, 11 de diciembre de 2012

Naces. Luego te haces.


Recuerdo estar sentada en el parque, sin ver la vida pasar, 
ligera de equipaje y con mucho por andar. 
Recuerdo que tenía libros en mi estantería, 
cuentos que me hacían volar cada vez que los leía. 
Recuerdo tener peluches con los que jugaba, 
a los que cuidaba y a los que dormía abrazada. 
Recuerdo ser feliz. 
Recuerdo que era perfecto. 
Recuerdo ser así. 
Pero ahora todo eso parece un recuerdo. 
¿He muerto?

Al final siempre volvemos al principio, harta de las rimas me pasé a los ripios.
No soy esa niña buena que quería hacer las paces. Naces, luego te haces.


A veces creo que empecé a ser yo cuando dejé de ser cualquiera, 
cuando te dije que no aunque doliera, y fui la primera. 
Miro atrás y no veo un camino, siento que alguien me ha dejado aquí, 
o he caído del cielo, aunque parezca un mito. 
No recuerdo haber llegado a este lugar, siento lágrimas brotar, 
porque solo soy una niña que intentó escapar. 
Pero los días se fueron haciendo más complicados. 
Y a pesar de verme sufrir, tú parecías encantado. 
¿Te he contado alguna vez mi historia?
 No quiero aburrirte. 
No quiero servirte para cinco minutos y un “Tengo que irme”. 
No soy la chica inocente que conociste. 
Ahora he crecido, ahora ves lo que te perdiste.
Maduré a base de ostias y empujones, 
de ignorantes y cabrones, 
no de príncipes y dragones. 
Aunque debo admitir que hubo más de una bruja. 
Pero tú sigue a lo tuyo, sigue viviendo en tu burbuja.  

Al final siempre volvemos al principio, harta de las rimas me pasé a los ripios.
No soy esa niña buena que quería hacer las paces. Naces, luego te haces.


Desde de los doce haciendo esto, escribiendo en el papel, 
historias del ayer, que si lo escribo no protesto. 
Aunque las cicatrices duelan, si soy honesta, sé que te duelen más a ti. 
Eso no me hace sentir bien, pero tampoco mal. Es solo un matiz.
Me llamasteis puta por defender lo que siento. 
Me llamasteis estúpida por creer en algo. 
Me tachasteis de loca por decir lo que pienso. 
Se ve que me tenéis envidia, será porque valgo.
La vida a hidalgo, los sueños a cuestas, 
me jugué la sonrisa a una carrera de galgos, sin saber de que iban las apuestas. 
Siempre fui impulsiva, pero tranquilo. 
Nadie te hará daño mientras estés conmigo. 
Estrés conmigo, que tranquilidad fuera hay de sobra. 
Seguís diciendo que la vida es puta, pero las putas cobran. 
Aprendí todo lo que sé de mis libros, de mi padre, 
de las ostias que me di contra el parqué. 
Tropecé con la misma piedra hasta cansarme, 
por eso ahora de los golpes no recuerdo ni el por qué.
Defenderme de vosotros atacando.
Eso es lo que me gusta, eso es en lo que soy buena, arañando. 
Rascando entre vuestras corazas hasta encontrar un hueco por el que adentrarme, 
y hundir mis dedos en vuestros defectos hasta que salga sangre. 
Esto es o que pasa si a una niña buena 
le jodes la vida, le llamas de todo y le haces daño, que al final se rebela. 
Dios, me dais pena. 
¿Y os consideráis amigas? 
Consideraos artistas del engaño, porque por un día me creí vuestras mentiras. 
Pero que más da, ¿no? 
Yo no me arrepiento de haberme alejado dándoos una coz.

Al final siempre volvemos al principio, harta de las rimas me pasé a los ripios.
No soy esa niña buena que quería hacer las paces. Naces, luego te haces.

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